ARTE: PATRIMONIO DEL
SER HUMANO
La Educación Artística,
como hecho cultural, aparece desde los albores de la Humanidad, por lo
menos en su dimensión germinal. Esta afirmación, emerge:
A. De la contemplación de las figuras rupestres, existentes
en cuevas y cavernas, de las viejas culturas de los cinco continentes.
B. De la audición de los antiquísimos motivos musicales,
persas, asirios, egipcios, etc. Insertadas e injertadas en los modos o
escalas griegas, por obra de los divinos obreros helenos, del riquísimo
panal de la cultura humana.
C. De la lectura de los versos con alma, sin nombre, espacio
ni tiempo, palpitantes de belleza y dolor, en los Vedas y Ayarachis
Incas.
¿Qué es entonces la educación artística, desde el génesis del
hombre, en el devenir de los siglos? Es todo y nada, alternativamente,
en el vaivén de las eras y los caprichos humanos. Es todo, porque, por
ella, Horacio y Virgilio, Dante y Shakespeare, construyeron y elevaron
inverosímiles arquitecturas de Olimpos y Parnasos, para que el “homo
sapiens” se tuteara con los dioses.
Es todo, porque por ella Apolo y Fídias, Miguel Ángel y
Murillo, pretendieron arrebatar al Creador, el privilegio de dar vida, a
los seres sin ella; al imprecar con Miguel Ángel alucinado, a su Moisés
perfecto: “Parla cane”. ¡Habla, perro!!!.
Es todo, porque por ella Aristógenos y Palestrina, Bach y
Beethoven, obligaron a la eternidad, dar un patente de inmortal a los
músicos valiosos que sembraron de gloria los caminos del arte.
Es también nada, porque siempre en la balanza de los
mercaderes del templo, tribuna y ara; la plata y el oro, pesaron y pesan
más que la arcilla, el pincel y la lira juntos, de los artistas, que
anduvieron por el mundo.
Es nada, porque al arte en todos los regímenes
gubernamentales, le han vetado ocupar un sitio o tener ingerencia en la
mesa presupuestal. Y en veces pareciera, que exigen licencia para ocupar
un lugar bajo el sol.
Es nada, porque para el arte y sus cultores los opulentos del
privilegio no han regateado o escatimado proporcionarles la cicuta de
Sócrates, la cruz de Cristo o las cadenas de Prometeo.
Esta paradojal, existencia de golpe alterno, de triunfo y
derrota, para el arte y los artistas, asoma desde al alfa mismo de las
viejísimas culturas Súmeras y Asirias. Pues si aquí y entonces, siglos
antes de Cristo. El célebre músico Yma Yallac, ocupa el lugar
preferencial después del Rey y hasta un año lleva su nombre; en Roma y
otros pueblos del Imperio de los césares, no muchos siglos después de
Cristo, los músicos del mundo de entonces, aún los mejores, eran
esclavos que amenizaban las orgías y bacanales de los patricios y
ciudadanos romanos.
Luego al escindirse el enorme Imperio Romano en dos con
Bizancio y Roma como capitales. El arte y los artistas, con su
heterogéneo equipaje de ritmos y melodías, se. nuclean en monasterios y
variadas corporaciones religiosas, preparando el advenimiento del canto
llano o gregoriano sobre los cimientos de los ocho modos griegos,
Frigio, Lidio, Dorio, etc. que insinuaban ya de alguna manera, nuestras
escalas modernas, mayor y menor.
Así de esta manera, la música que en Grecia fue una actividad
o arte libre, interviniendo hasta en las olimpiadas, sola o en los
coros, de las tragedias y comedias; pasó a ser en esa época y el
medioevo casi aditamento de la liturgia católica y aun judía o hebrea.
Por otra parte es indudable que el Canto Gregoriano, ofrece
al Orbe, el primer texto musical suficientemente auténtico e
inteligible, aun con su ritmo monódico, melodía libre, destinada a una
voz o coro al unísono.
Esta música dispersa en la liturgia de los países del
Oriente, fue recogida y revisada, primero por San Ambrosio, obispo de
Milán que la introdujo en Roma en su forma de himnos y Antífonas.
Y luego San Gregorio el Grande, elevado al pontificado en el
año 290, reunió los dispersos himnos, salmos, antífonas, etc. Los
repartió para las diversas épocas del año, formando lo que se conoce con
el nombre de Antifonario Gregoriano.
Siguiendo las fases de la evolución lenta de esta música,
encontramos diseños melódicos como el cuplé, con parentesco litúrgico,
pero con destino diferente, el pueblo.
A partir del siglo X, aparece el contrapunto en embrión, vale
decir, la unión de dos melodías simultaneas, diafonía paralela a la
quinta u octava con el “cantus firmus”.
Este germen de la polifonía derivará con el correr del tiempo
en el canon, motete, fuga, suite, la sonata, la música sinfónica, etc.
Con una acrobacia irrespetuosa de un salto sobre el abismo
del tiempo, nos encontramos (siglo XVI y XVII) en las cimas excelsas de
la música con Hended, Juan Sebastián Bach, Couperín, Rameau y otros
señeros monarcas de la inspiración. Así como luego nos veremos con
Corelli, Tartini, Locatelli, Hayden, Ios, Bach, Wolfgan, Amadeus Mozart
y el coloso Beethoven, soberanos de la creación musical.
Retomando los pasos sobre el tema que nos ocupa preguntamos
¿dónde, cuándo, cómo, se les dio la educación artística, tan pregonada o
venida a menos, a tan descomunales gigantes del arte?
Si nos dicen dónde? …contestaremos tartamudeando, en el
claustro materno con la canción de cuna; en la succión de la leche
materna con el fondo rítmico del corazón que arrulla; en el kindergarten
hogareño con sus cuentos de hadas, su mundo y sueños en flor; en la
escuela de la familia, en la universidad de la vida.
Al decirnos cuándo? Diremos, cuando el oído del embrión
humano, fue capaz de percibir, la emisión melódica enviada por la célica
voz de la madre; cuando las veladas familiares devinieron en Educación
Artística, por la buena y bella música ejecutada; cuando los Maestros de
Capilla les permitieron sentarse ante un atril vacante de su orquesta,
cuando las fuerzas impelentes de su genio precoz, empezaban a manar
música a raudales, como los panales miel.
Por último si nos dicen cómo? Contestaremos, con la
espontaneidad de quien satisface una necesidad, un apremio, una
urgencia, con la premura de quien busca una fuente en el desierto para
calmar su sed o un pan para su hambre; con la seguridad de quien
tramonta la sombra, para amanecer en la luz.
Así fue de idílico y espontáneo, en términos generales, la
Educación Artística en Europa, Asia y alrededores, hasta el siglo XVI
más o menos.
Y aún así lo es seguramente, en algunos parajes del globo,
pese a su arsenal cultural y tradición artística que circula por el
mundo.
A partir del siglo XVI después del Conservatorio de Santa
María di Loreto fundado en 1537 por Juan Tintores, músico flamenco:
Europa se puebla de Conservatorios, Academias, Liceos, Institutos, etc.
Es desde entonces que con propiedad se puede hablar de
Educaci6n Musical en los 5 continentes. Sin embargo, las diversas
academias o Conservatorios aun teniendo puntos de contacto y semejanza,
difieren entre ellas, por sus programas de estudios, tarifas,
condiciones de admisión, objetivos, etc.
En cuanto a los Conservatorios Sur Americanos. Alberto
Lavignac, musicólogo y escritor francés, profesor del Conservatorio de
Paris, escribía en 1910, en su obra ”Educaci6n Musical de América del
Sur” No tengo más informes, que de dos escuelas musicales: el
Conservatorio de Bogotá, con 28 profesores, número excesivo para 86
alumnos y un programa bastante mezquino”.
Y refiriéndose a la Argentina escribía: “Más mezquino e
incompleto, parece ser el del Conservatorio de Buenos Aires, que no
cuenta, por otra parte, más que con 12 profesores y 6 auxiliares. Se
otorgan sin embargo, premios consistentes en medallas y pequeñas sumas
de dinero, así como también “Diplomas de Profesor”.
Del Perú no informaba nada, porque tampoco había mucho que
hablar, en cuanto a Escuelas de Música.
En nuestro país los Conservatorios, Escuelas e Institutos de
Música calcados a imagen y semejanza de las occidentales y cristianas de
Europa, aparecen unos a principios y otras a mediados del presente
siglo. Y por supuesto sin ningún aporte de nuestra música inca, pese a
su riqueza rítmica, melódica, dramática y lírica, por no contar con una
representación gráfica o ideográfica que desembocarán en neumas.
Las escuelas de Música, que sucesivamente se fueron
instalando en Trujillo, Arequipa, Cusco, Piura, Ancash, Huancayo a
partir del año 40 de este siglo, eran y son aún “mezquinas” como diría
Lavigñac, por sus presupuestos miserables, que no les permiten ninguna
mejora, de su estructura material , en cuanto a equipamiento
instrumental, repertorio, bibliografía, métodos, partituras, etc.
Y ni que decir de su cuadro de personal docente por la
insuficiencia de profesores, de cada especialidad, por lo que están
imposibilitadas de ofrecer un curriculum, siquiera como el siguiente:
Composición, Contrapunto, Fuga, Teoría, Solfeo, Historia de
la Música, Armonía, Canto, Coro, Declamación, Piano, Arpa, Trombón,
Timbal, Violín, Viola, Violoncelo, Trompa, etc.
En tales condiciones estas Escuelas no están capacitadas,
para formar o proveer músicos, de orquesta clásica, de cámara, banda, de
opera, profesores, solistas y demás ejecutantes e intérpretes que vivan
de su profesión, corno en ciudades, donde sus gobiernos se preocupan
presupuestalmente de la Cultura en su integridad y por tanto del arte.
Arequipa y Cusco, ciudades de abolengo por su leyenda,
historia, tradición y la recia personalidad de sus hijos, han logrado
formar felizmente a golpe de genio e indiferencia estatal, sus famosas
Escuelas de Pintura. y Música, de Arquitectura y Poesía, de Teatro y
Escultura, hecho que dama y obliga a su continuación y superación a
todas las generaciones del presente y porvenir.
Descendiendo nuevamente de este vuelo de esperanzas, a la
realidad de nuestro tema, diremos que Arequipa está fatalmente
encadenada, a la grandeza de su destino musical, y para continuar la
obra de los que sin catapulta de Academias se encumbraron cuantitativa y
cualitativamente y en crescendo, tendrán que conjurar los jóvenes del
presente aquellas musas que libaron miel y dulzuras en el corazón de los
Melgar, Aguirre, Chanove, Ballón Farfán, Sánchez Málaga, los Dunker
Lavalle y decenas más de troveros mistianos, que cantaron sus
sollozantes yaravíes y endechas en cada rincón, de esos edénicos
recintos de Paucarpata, Sabandía, Tingo, Caima y a los que, los no
iniciados o incircuncisos profanos, los llamaban y aun los llaman
‘Picanterías Arequipeñas”.
Tras la visión panorámica taquigrafía y veloz de Arte y la
Educación Musical de lejanos lugares en el Viejo Continente, pienso que
es oportuno, emitir algunos conceptos sobre el concreto problema de la
Educación Musical en las Escuelas e Institutos Musicales peruanos.
Ya lo dijimos y ahora redundamos, que en cuanto a
instalaciones y equipo instrumental, todas las Escuelas o casi todas, se
encuentran desprovistas hasta de lo fundamental para poner en marcha
siquiera sus modestos currículas. Todas tienen o tuvieron sin
renovación, pianos, violines, violas, contrabajos, como también
instrumentos de viento y percusión, pero casi siempre en estado
deplorable o inservibles.
Algunos cuentan con local propio, aunque inadecuado. Otras
son inquilinos con todas sus implicancias de desalojo, incomodidad y
precariedad.
Tampoco poseen los útiles de enseñanza, como métodos,
discoteca, equipo sonoros, archivo, etc. para algunas Escuelas solo
figuran en el listado de sus pedidos o memoriales; elevados al gobierno.
Pese a estas circunstancias el heroico cuadro docente, de estas
Escuelas, está condenado además al faquirismo por la exigua remuneración
estatal y la supresión de los mercados ocupacionales, y la invasión a
éstos, de los conjuntos, Pop, Rock, etc.
Pero siguen corriendo la posta, con la antorcha del arte que
recibió de sus gloriosos antepasados, ofreciendo cada cual sin
narcisismo, sus pequeños aportes, para el logro de los grandes objetivos
de la música y convirtiendo sus contratiempos del presente en
preparación de sus victorias del futuro. Y Esto, afirmado y dicho sin
hipérbole.
Por otra parte hablando en prosa, debemos convenir, de que la
Educación Musical debe estar preferentemente, en manos de
músicos-pedagogos que sepan formar e informar, guiar y orientar al
educando con los procedimientos más simples, los medios más eficaces.
Además entre los requisitos de admisión para las matrículas, de comienzo
de año en las Escuelas, no se debiera omitir y sí más bien, generalizar
las pruebas o ensayos indiciarios del talento y predisposición para la
música de los postulantes.
Por ejemplo, niños de 5 a 6 años, que conocen y diferencian,
el sonido de una nota dada previamente, en cualquier escala, es de buen
augurio.
Niños que repiten o cantan, una o dos notas sucesivas,
escuchadas anteriormente. Revelan oído y memoria musical.
Niños que cantan afinado a tiempo, motivos y tonadillas
simples, con una sola audición. Exhiben gran talento.
Niños que muestran manifiesto placer al oír cantar, tocar o
procuran reproducir ellos mismos en el piano, lo oído. Denotan gran
predisposición.
Niños que reproducen fácilmente con las manos, los ritmos que
escuchan, abonan con ello su predisposición.
A estas y muchísimas otras pruebas se les puede someter a los
niños postulantes, con la condición de que hagan en un ambiente nada
rígido ni severo. Sino jugando, que es el medio natural del niño, para
sus reacciones sin inhibición.
A niños bien dotados y matriculados sugiero se les deba
iniciar de inmediato en el solfeo, propiamente dicho, es decir cantar,
nombrando las notas y marcando el compás. Algunos opinan que previa o
paralelamente, se debe practicar el solfeo hablado; en este y otros
casos corresponde al profesor, escoger textos de solfeos artísticos y
musicales, para desarrollarles el gusto por lo bello, lo bueno y
formativo.
La experiencia de más de 40 años, en la docencia musical, me
permite afirmar que apenas dominado en lo fundamental, el solfeo
cantado, se debe comenzar el Dictado Musical, para consolidar
sustantivamente el dominio del solfeo, base del proceso enseñanza -
aprendizaje total, de la música en toda su complejidad. Pues no es
concebible la existencia de concertistas y virtuosos y ni siquiera de
buenos cantantes, acompañantes, profesores, compositores, etc., sin el
dominio del solfeo. Pues quien no es capaz de descifrar solfeando una
partitura, sin auxilio del respectivo instrumento, es un sordomudo del
insuperable lenguaje musical.
En cuanto al solfeo, hay consenso en, que los niños de 7
años, que sepan leer y escribir correctamente, están aptos, para empezar
a escuchar y asimilar los primeros elementos de la Teoría musical.
Es este momento, también para que a los niños que por su
corta edad, el profesor no les ha dado ninguna lección de sus
respectivos instrumentos, se les inicie en las primeras lecciones de
solfeo entonado.
Durante este período de educación infantil, el tiempo de
estudio o lección sobre todo el instrumental, puede prolongarse o
reducirse, según el temperamento, aplicación y capacidad de cada niño,
tanto como los ciclos o semestres. Esto desde luego si el plan de
estudio lo permite.
Decidida cuidadosamente la elección del instrumento, por el
niño y por cuantos tienen ingerencia en el porvenir del mismo, debe
tenerse en cuenta:
1. La brevedad del tiempo, la complacencia y delicadeza, de
quien la dicta y la evasión de la fatiga.
2. Estudiar todo, desde los ejercicios elementales marcando
el compás, es la forma que lo aconseja el profesor experto.
3. Estudiar lentamente, escuchando la calidad de sonido que
produce.
4. Estar conciente al estudiar los objetivos, que se quiere
cumplir y la que se quiera llegar; Técnica y estilo.
5. Tocar todo, si esta bien escrito y es bella música por su
forma y estructura.
6. Ser tenaz en la corrección de errores precoces: De
lectura, posición, compás, etc.
7. Cultivar la repentización, como apoyo y seguridad, para
una bella interpretación.
8. Servirse de la acentuación prosódica de una o más
palabras, para la correcta acentuación de las divisiones irregulares
corno el tresillo, doble tresillo, seisillo, quintillo, etc.
9. Fortalecer los dedos y sus músculos, con ejercicios extra
instrumentales con miras al vigor e independencia, digital como base de
la técnica.
Estas pautas o normas dictadas; aconsejable en el aprendizaje
de cualquier tipo de instrumento, pertenecen algunas, a la tradición
docente y otras a quien escribe.
Experiencia y logros, avalan la bondad y eficacia de su
práctica constante.
Ya lo decía Goethe: “La vida es corta, el arte largo”
Cusco, Marzo de 1982
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