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    Ensayos

Eduardo Pimentel Cáceres

 

 

NIÑEZ: IRREVERSIBLE ALBORADA

 

Freud, entre pocos autores, enfatizó la importancia de las relaciones del niño y sus padres en el desarrollo de su personalidad.

Postuló el hecho de que la infancia se perpetúa en los seres humanos engranada en la organización del carácter, condicionando el modo particular, como cada persona se enfrenta a los múltiples problemas de su existencia.

En la actualidad, no hay psicólogo, escuela o investigador que esté en desacuerdo con los conceptos de Freud. De ahí que el estudio del alma o comportamiento infantil sea uno de los capítulos más impostergables de la psicología.

Lo afirmado, sin embargo no implica la idea de que el carácter, estructurado y organizado en los primeros años, sea inmodificable. Por esto la psicoterapia científica se basa en la posibilidad de desarrollo y modificación del carácter, en épocas posteriores de la vida.

La infancia humana tiene una existencia crucial si analizamos que desde el momento de su nacimiento y durante un buen tiempo, el niño necesita absolutamente, para continuar viviendo, el cuidado de sus padres.

Cortado el cordón umbilical al nacer, el niño permanece unido a la madre, para la satisfacción de todas sus necesidades biológicas y afectivas.

Durante meses, el bebe ni siquiera se experimenta a si mismo como diferente a su madre. También la infancia es la época de mayor plasticidad en el desarrollo psicológico y por ello la de mayor vulnerabilidad también. Porque tal como una lesión minúscula en el embrión aparece magnificada en el adulto, las lesiones psicológicas infligidas al niño, aparecerán magnificadas en el adulto.

 

Por otra parte la plasticidad del niño es una cualidad ambigua. Por una parte le permite beneficiarse de todas las oportunidades culturales que le ofrece el ambiente humano que le rodea. Y por otra, le permite también adaptarse aún a las situaciones más desfavorables. El niño se adapta autoplásticamente, es decir cambiando.

Todos, y mas el Maestro, deben tener en cuenta para apreciar el significado de la infancia; el hecho de que todos los niños son diferentes, puesto que son portadores de potencialidades genéticas distintas; salvo que se trate de gemelos idénticos. Estas diferencias explican el que dos niños en una misma familia reaccionen en forma diferente a situaciones análogas. Por ejemplo; el sistema de castigos y recompensas, adecuado para un niño, puede ser destructivo para otro. Y que la protección necesaria en los primeros meses resulte excesiva en un estadio posterior, si persiste inmodificada. Podemos decir, con Augusto Meyer que cada niño es “un nuevo experimento de la naturaleza”.

El niño aprende a vivir en el seno familiar, esto es, obvio. En él encuentra, la satisfacción de sus necesidades, de abrigo y alimentación, así como también respuestas, valores y metas. Su aprendizaje si bien depende de su experiencia personal de ensayos y errores, viene también de la identificación con sus padres.

En todas partes, las familias reflejan la situación social y cultural. Los valores actitudes y prohibiciones que los padres han incorporado en si mismos, tales como la ambición desmesurada de prestigio, el temor a diferir de los demás etc. Actúan desde un principio en el niño, corno influjos modeladores de su carácter.

Los valores y actitudes prevalentes en la cultura no sólo actúan directamente, sino que también lo hacen indirectamente, influyendo en la selección del sistema educacional que los padres aplican.

Es principalmente a través del carácter que condiciona modos de sentimiento, pensamiento y acción, y que en parte está determinado por la situación cultural y social, como los padres influyen en los hijos. Este es el factor más significativo, pero no el único. Las relaciones del padre con la madre, las relaciones de ambos con los demás hijos y la de los hermanos entre sí, la influencia de parientes allegados etc., forman una constelación compleja que determina la situación total que rodea al niño y de la cual el niño forma parte.

Factores aislados se entienden mejor como parte de esta situación total de la que dimanan influjos constantes, algunos aparentes, otros subterráneos y que en todo caso, tienen una importancia mayor, que situaciones traumáticas aisladas.

Sabemos que el niño depende totalmente de su madre en los primeros meses de su vida; el crecimiento y la maduración de sus estructuras orgánicas lo impulsan hacia la ruptura de esta dependencia.. El desarrollo que es un proceso en dirección hacia la autonomía y la responsabilidad, cuyo primer paso es la ruptura de los vínculos primarios que unen al niño con su madre y de los cuales depende durante un tiempo, su seguridad, tiene como dice E. Fromm carácter dialéctico individuación e independencia gradualmente crecientes, significan también aislamiento, creciente, soledad y angustias.

Conforme el niño adquiere conciencia de si mismo como entidad separada, los vínculos primarios que lo unen con su madre son rotos y se hace necesario que obtenga seguridad por otros medios. Tiene que vincularse con las personas que lo rodean y consigo mismo, a niveles de mayor madurez, ampliando a cada paso sus relaciones con la comunidad y preservando su individualidad y autonomía.

En el desarrollo del carácter, la armonía o por el contrario, la falta de correspondencia entre ambos procesos, el de individualización que implica soledad intolerable y el de vinculación con el mundo en forma progresivamente más maduras, de las cuales el primero es automático y el segundo no lo es, constituyen el factor decisivo; y dependen tanto de la dotación biológica del niño como de la situación total que lo rodea.

Si la dependencia en la madre persiste mas allá de ciertos límites, dependencia y pasividad constituyen las formas predominantes que orientan el desarrollo caracterológico del niño. Por otra parte si vínculos primarios son rotos prematuramente, antes de que el niño haya desarrollado un grado considerable de auto dependencia, puede fracasar en sus intentos de ganar seguridad, y la soledad y la angustia lo obligan a replegarse y a buscar formas neuróticas de vinculación con las demás personas. No debe perderse de vista que los padres y los hijos representan intereses diferentes y hasta cierto punto antagónicos.

De ahí que cierto grado de conflicto entre padres e hijos sea inevitable, particularmente en nuestra cultura y forma. de vida social, en que la agrupación patriarcal confiere al padre el papel principal de autoridad.

Grandes psicólogos, dicen que son tres, las grandes necesidades del niño.

A. Necesidades fisiológicas, tales como la de ser alimentado, ser protegido.

B. Necesidades afectivas.

C. Necesidades educativas.

Pero todos coinciden en que la necesidad fundamental del niño es ser amado. Cuando el niño se siente querido, es difícil que aún circunstancias muy desfavorables lo dañen permanentemente.

Pero conviene aclarar, sobre el concepto amor, pues para mucha gente el término amor significa lo mismo amor racional y productivo, del cual por lo menos se tiene una vaga idea, que apetito pasional, posesibidad o sumisión neuróticas.

Ernesto Fromm, señala, que el amor productivo implica: cuidado, interés, conocimiento, respeto y aceptación del objeto amado. Amor con estos contenidos es lo que el niño necesita.

Cuidado y protección adecuados a cada estadio de su desarrollo. El niño necesita sentirse protegido por sus padres y tener confianza en ellos y en la estabilidad de su hogar para experimentarse capaz de enfrentar a cada paso situaciones desconocidas.

Interés en lo que hace, en sus pequeños logros, en sus decisiones y en sus fracasos.

Conocimiento de sus limitaciones y de sus capacidades especificas; de sus talentos y de sus vulnerabilidades.

Aceptación y respeto de su individualidad, sus intereses y sus deseos.

Como puede inferirse, la ternura no es el componente único del amor; porque ternura siente el avaro por su dinero, algunos políticos por el poder y muchas madres por sus hijos, como apéndices de ellas mismas o como objetos que únicamente satisfacen su vanidad.

Por su naturaleza el amor implica un impulso de acercamiento hacia el objeto amado y el deseo de conservarlo.

El amor maternal tiende a unir a la madre con su hijo y a perpetuar la unión entre ellos. Sin embargo, si la madre ha de responder a las necesidades del niño tendrá que prescindir gradualmente de su unión con él, y no solo eso; sino que habrá de favorecer activamente la separación.

Precisamente la dificultad que entraña el prescindir de la unidad con el hijo amado, explica porque generalmente las madres son mejores durante los primeros meses de la vida del niño, que en los años subsecuentes.

Es importante también señalar la diferencia del amor paternal con el maternal.

El amor maternal se caracteriza por su incondicionalidad. El niño es querido por la madre por ser su hijo y nada más. En cambio el padre quiere al hijo por lo común, siempre que haga o deje de hacer tal cosa. Pero conviene tener presente que condicionalidad e incondicionalidad, se encuentran en mayor o menor grado en el amor de ambos padres.

Tras esta brevísima exposición psico - biológica del ser humano, siguiendo ahora su huella de la cuna a la tumba, se podría sostener de que afectivamente la niñez es: la irreversible alborada, como la adultez, plenitud irreversible y la senectud ocaso irreversible…